miércoles, 7 de abril de 2010

Tristeza infinita

Muchas veces quise ponerme a escribir sin suerte. Muchas otras tuve ganas de tener tiempo, y tampoco pude. Hace instantes, mientras me encontraba revolviendo basura por internet, me acordé de mi blog y la nostalgia me trajo al redactor.
Este año que empezó mal, sigue recordándome en abril que el 2010 está hecho a los tropezones. La verdad es esta: se fue. Sin aviso y con una sola razon que se repite dia a dia para justificar su decisión. Y aunque me diga que me puso señales luminosas, yo nos las vi. Perdón, pero estaba tratando de no tener miedo de que me dejen de nuevo, hasta que me dejó y se unió a mi lista de temores. Y me quedé amando, me quedé sola con todo el dolor, el presente y el pasado.
Hubo que remontar, salir para salir, y lo hice. Pero en algún momento el dolor vuelve, y de mi nunca se fue.
Cuando el se va, se va para siempre. No hay tu tía respecto a su decisión. No hay recuerdos, no hay pasado, y por supuesto tampoco hay futuro. Las relaciones se convierten en una ruleta rusa, se tira del gatillo hasta que sale la bala y lo que haya pasado, ya no importa. Tan así será que es capaz de pasarse meses llorando con tal de no dar el brazo a torcer. Se inventa situaciones y exagera el pasado para convencerse. Mientras de este lado una sigue preguntándose si de verdad era necesario tanto dolor. Su orgullo me lastima.
Ya pasó el momento de esconder fotos, de llorar en cada rincón, de guardar recuerdos, de eliminar sueños compartidos. Ya pasó, pero no pasó nada.
Nunca comprenderé estas situaciones. Mientras tanto sigo en duelo, porque como dije, una se queda pensando qué pasó mientras el otro se convence a fuerza de alcohol que fue la decisión correcta. Todxs sabemos que no es así, el tiempo pasa.
Si estoy ausente, es porque estoy convenciéndome de que el camino sigue.